
La obra cumbre de
Bernie Wrightson, Frankenstein, acaba de ser editada en edición de
lujo autóctono: una soberbia encuadernación en tela negra y tinta plateada con dos niveles de relieve... que sirve como soporte delirante a una ilustración de portada tan pixelada que parece la fotocopia
descentrada de un damero. En mi librería habitual tal monstruo convive con
Srta. Finch, un comic book mucho más modesto pero que, orgulloso, vencería en un combate de píxeles y de diseño
original. El interior (en papel couché, claro) también está lleno de
sorpresas.